Las elecciones porteñas dejaron esencialmente tres conclusiones.
1.El Gobierno, que logró nacionalizar la elección, tiene un núcleo duro que sigue firme. Sin embargo, este sector cercano al 30 % no lo constituye en un proyecto hegemónico, sino en una primera minoría.
2.Tras el derrumbe del PRO en su bastión, el peronismo es la principal oposición a Milei.
3.El ausentismo electoral castigó fundamentalmente a la oposición. La Libertad Avanza es la única fuerza que sumó votos nominalmente entre 2021 y 2023.
En el plano táctico se abren fundamentalmente dos escenarios: un outsider opositor que represente a quienes no van a votar y a quienes votamos a opositores con la nariz tapada, o un frente opositor amplio anti-Milei con un discurso “antifascista”, como en Brasil.
¿Qué se desprende a partir de estas conclusiones? Se desprende que, si bien hay amplios sectores sufriendo por las políticas del Gobierno, una gran parte de este segmento de la población no encuentra en ningún espacio de la oposición un vehículo para canalizar sus aspiraciones. También se desprende que la estabilidad macroeconómica, en base al endeudamiento alcanzada por el Gobierno, es valorada por su electorado y, tal vez, preferida por quienes no fueron a votar antes que la inflación del gobierno del Frente de Todos y el del macrismo. Para una primera minoría de los argentinos es mejor tener una inflación moderada y endeudarse pateando el problema para más adelante, que tener más inflación y endeudarse menos.
Un frente Anti-Milei
En ese sentido, el peronismo es la principal oposición y, a su vez, el principal obstáculo para ofrecer una perspectiva de futuro alternativo a los libertarios. Esto se podría resumir en una extraña fórmula: sin el peronismo no se puede, con el peronismo solo no alcanza y con este peronismo tal y como está, no conviene. Esto pone al movimiento político más importante de la Argentina frente a un desafío de renovación.
Por otro lado, en el plano táctico se abren fundamentalmente dos escenarios: un outsider opositor que represente a quienes no van a votar y a quienes votamos a opositores con la nariz tapada, o un frente opositor amplio anti-Milei con un discurso “antifascista”, como en Brasil.
La principal dificultad en este sentido es el programa. ¿Cómo plantearía una salida de la crisis una alianza con el kirchnerismo, la centroizquierda, el centro y la centroderecha? Por otro lado, es bastante poco probable el surgimiento de otro outsider tras la aparición del propio Milei. Los outsiders son anomalías de los sistemas políticos, no surgen todos los años.
El dilema de la izquierda: traicionarse o fosilizarse
La izquierda tiene un enorme desafío: político, militante y teórico. Si bien es minoritaria, tiene el suficiente peso electoral y fuerza militante para colaborar con una derrota de Milei. Esto podría ayudar al Frente de Izquierda a transformarse en una fuerza mucho más importante y tener un predicamento mucho mayor entre quienes se oponen a la extrema derecha. Sin embargo, su programa, su narrativa como espacio político y su forma de ver el mundo van totalmente en contra de hacer una alianza con el peronismo para este fin.
Es decir, la izquierda tiene una enorme oportunidad, pero tiene que transformarse totalmente, a tal punto que, en sus actuales concepciones, se traicione a sí misma. ¿Por qué? Porque no hay un período revolucionario, y los procesos de alza en la lucha de clases tienen siempre un correlato electoral. Es decir, si se desataran huelgas contra Milei, luego esto tendría su corolario en una derrota electoral del libertario. Esto fue lo que sucedió con Macri tras las jornadas de diciembre de 2017 contra la reforma previsional, y también pasó en las rebeliones de Chile, Colombia y la resistencia contra el golpe en Bolivia. Si la izquierda participa, e incluso protagoniza, las posibles luchas callejeras contra Milei y luego es el peronismo quien lo derrota electoralmente, el FIT se quedaría totalmente fuera de la capitalización política de este eventual triunfo.
la izquierda tiene una enorme oportunidad, pero tiene que transformarse al punto de traicione a sí misma.
¿Cuál es el problema de este planteo? Está totalmente por fuera de la cosmovisión del trotskismo vernáculo, que se ha construido su propia identidad en la confrontación con el peronismo, al que considera, muchas veces, su principal adversario. Además, hay una forma moral de ver la política: si el peronismo defraudó a la gente, hizo ajustes a los trabajadores y es responsable del surgimiento de Milei, no es lícito hacer alianzas con el peronismo para sacar a Milei, más allá de que eso sea efectivamente necesario.
Por otro lado, hay una suerte de estrategia que vincula a la izquierda con mantenerse limpia de toda acusación por parte de los trabajadores sobre ser parte de las fuerzas que los defraudan. De esta manera, se espera el derrumbe político de “todas las fuerzas capitalistas”. Sin embargo, al no haber proceso revolucionario, una y otra vez los trabajadores eligen partidos del sistema. La izquierda enfrenta un dilema: traicionarse y ser barrida por el repudio de los trabajadores a un nuevo gobierno peronista, o defender un lugar por el que no puede ser acusada de ser responsable de las penurias de los laburantes, pero tampoco ser bendecida por el agradecimiento de haberse sacado de encima a la extrema derecha.