Al momento, se produjeron un total 100 muertes por el uso de fentanilo contaminado producido por Laboratorios Ramallo S.A. y distribuido por la firma HLB Pharma. Se calcula que se vendieron más de 150 mil ampollas contaminadas y se aplicaron alrededor de 40 mil. ¿Qué es el fentanilo y cuáles fueron las condiciones que permitieron que ocurra esta catástrofe sanitaria?
En diciembre de 2024 se realizó una inspección en Laboratorios Ramallo, laboratorio que elabora medicamentos de la firma HLB Pharma. El lunes 10 de febrero de 2025, la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (ANMAT) notificó al laboratorio haber encontrado deficiencias críticas y mayores en su producción. En abril se reportaron las primeras infecciones por fentanilo contaminado en el Hospital Italiano de La Plata que terminaron con la vida de 14 pacientes. En los meses de diferencia entre la advertencia de la ANMAT y el primer brote, el laboratorio continuó produciendo y distribuyendo las ampollas de opiáceo contaminado.

Invitamos a los lectores a ponerse en los zapatos de Sherlock Holmes pero esta vez con batas blancas y guantes de látex. Para seguir esta trama, decidimos llamar a los mejores peritos: los trabajadores de la salud y la ciencia. Por eso, entrevistamos a Nicolás Tentoni, médico e investigador, y a Ignacio Jure, médico, Dr. en biología y divulgador científico. Ambos egresados en la UBA.
¿Qué es el fentanilo?
Para Nicolás Tentoni, especialista en farmacología y toxicología: “Primero es importante correr el eje del fentanilo, en sí mismo, como la problemática que está asociada en América del Norte, que no nos atañe en Sudamérica. El fentanilo es una droga segura, de uso en quirófanos, en terapias intensivas, en urinarias coronarias, en lugares donde uno puede tener monitoreo de los pacientes”.

El fentanilo pertenece a la familia de los opioides y es un anestésico de amplio uso por su corto tiempo para obtener el efecto analgésico máximo al ser 100 veces más potente que la morfina. Además de su uso médico, en los últimos años tomó relevancia internacional por su protagonismo en la crisis de los opioides en Estados Unidos.
Sin embargo, en Argentina no se rastrea una presencia constante en el mercado de sustancias, ni una cultura de uso, ni siquiera una estructura organizada para su comercialización. Su primera aparición se documentó en 2022 con el caso de 24 muertes producto de cocaína adulterada con un derivado llamado carfentanilo. En 2023 se incautaron 500 ampollas de fentanilo en Misiones y en 2024 fueron secuestradas 7 ampollas en Villa Fraga, CABA. Todo indica que son casos aislados que no estarían interconectados.
¿Llegó el fentanilo a la Argentina?
El fentanilo es una droga de curso legal en la Argentina que se utiliza en casos clínicos de hospitales y clínicas. Según Tentoni, “eso le da una particularidad, es que estos pacientes, los cuales habitualmente lo reciben, están pasando por alguna situación particular o un procedimiento quirúrgico, o un procedimiento invasivo. Por eso los profesionales en el Hospital Italiano de La Plata lo terminan detectando en pacientes en terapia intensiva”. Ya tenemos una variable de riesgo en este desenlace: pacientes en estado crítico.

Se habla de crisis sanitaria, porque, hasta ahora, se produjeron un total 100 muertes por el uso de fentanilo contaminado producido por Laboratorios Ramallo S.A. y distribuido por la firma HLB Pharma. Se calcula que se vendieron más de 150 mil ampollas contaminadas y se aplicaron alrededor de 40 mil.
Ignacio Jure señala que cualquier sistema de producción tiene fallas, sea de producción de alimentos, industrial o incluso farmacológico. “Si hay una contaminación en un alimento puede tener cierto riesgo pero como el alimento lo comemos por boca y va al estómago nuestro cuerpo tiene un montón de herramientas para defenderse de esa contaminación y sería raro que cause tantas muertes”. Acá tenemos una segunda variable de riesgo, la vía intravenosa.
“Cuando estamos hablando de un medicamento que se va a inyectar en sangre, una contaminación muchísimo más baja que la que podría generar quizás nada o muy poco en un alimento, nos puede matar. ¿Por qué? Porque la sangre no es una vía de entrada común a nuestro cuerpo para elementos externos y no estamos preparados para hacerle frente, por ejemplo, a una cantidad baja de bacterias. El tema es que existan los mecanismos de control para detectarlo antes de que llegue a la circulación y mate gente”.
Estas ampollas estaban contaminadas con las bacterias Ralstonia pickettii y Klebsiella pneumoniae que causan neumonía. Nicolás, que fue médico residente en el Hospital Italiano de Buenos Aires durante 5 años, señaló que nunca vio un caso así y destacó el accionar de los profesionales del Hospital Italiano de La Plata: “Es importante recalcar la sospecha de los profesionales que se dan cuenta que hay un patrón particular en infecciones en su unidad de terapia intensiva y empiezan a buscar de manera sistemática la fuente de esa infección. La Ralstonia es una bacteria rarísima, que suele ser un contaminante, eso es lo que probablemente les haya llamado la atención”
Algo que no trascendió fue el accionar de las y los trabajadores de la salud de este hospital que, con la coordinación de su microbióloga María Virginia González, detectaron las bacterias y descartaron las ampollas que almacenaba. Si bien para entonces, muchas ya habían sido principalmente distribuidas en Buenos Aires, Santa Fé, Córdoba y Entre Ríos, esta denuncia alertó a hospitales de todo el país que se enfrentaban a este brote.
¿Quién se hace responsable?
Para Ignacio Jure, podemos analizar este hecho desde 3 esferas posibles: “Una, la responsabilidad empresarial del dueño de esta empresa que está produciendo algo que se vende y que hace daño. Otra, la responsabilidad profesional, que es el profesional que está a cargo del área de producción, que puede ser un bioquímico o un farmacéutico. Y por otro lado, la responsabilidad del Estado, que tiene los mecanismos de control necesarios sobre la producción, en este caso sería el ANMAT”.

Propone que la articulación de estos tres niveles de responsabilidad y de control sean los garantes de reducir las probabilidades de estos eventos de contaminación. Sin embargo, advierte: “En un sistema capitalista donde el emprendimiento privado está destinado a aumentar el capital, a ganar plata, no podemos pretender que de la buena voluntad de un privado dependa nuestra seguridad”
Antecedentes
No es la primera vez que la ANMAT hace “vista gorda” con el laboratorio HLB Pharma Group S.A y Laboratorios Ramallo. En 2019, 2023 y 2024 se documentaron varios pedidos del organismo estatal de suspensión por contaminación de drogas, falsificación de barbijos y sustancias y procedimientos deficientes.
Por un lado, Ariel García Furfaro, propietario de la firma HLB, fundó el laboratorio en 2003 y supo sostener negocios en el PAMI con gobiernos de todos los colores. Por otro lado, Jorge Salinas, dueño del Laboratorio Ramallo es un empresario que siempre estuvo vinculado a negociados y contrabando de la industria farmacéutica y conocido por el contrabando de efedrina en 2005 que culminó con la explosión de uno de sus laboratorios en plena investigación.

Mientras que los medios oficialistas quieren vincular a estos empresarios con el kirchnerismo, desde los medios afines al kirchnerismo responden relacionando al ministro de Salud, Mario Lugones, y su hermana con estos laboratorios. En el medio, Sturzenegger culpabiliza a Lugones y la ANMAT para reforzar su línea de desregulación y abrir así un mercado de importación de medicamentos genéricos de la naciente industria de la India, negocio que viene trabajando el propio ministro.
Ellos o nosotros
Lo cierto es que desde todos los ángulos se puede observar que este caso se desató porque una vez más el Estado ha sido garante de la rentabilidad del capital aunque el costo sean vidas. Este es el único factor que nuestra crisis sanitaria con fentanilo contaminado comparte con la crisis de opioides en Estados Unidos. Al igual que el negocio que se montó sobre las patentes de vacunas contra el COVID-19, la industria farmacéutica y los Estados muestran sus prioridades, ¿Cuáles van a ser las nuestras?
Ignacio Jure cierra con la siguiente reflexión: “Es necesario que existan los mecanismos de control estatales y exigirle al Estado que esos mecanismos funcionen bien. En este momento, donde se está poniendo en tela de juicio la existencia del Estado, bueno, este caso deja en evidencia que no podemos depender del mercado y de privados en lo que a nuestra salud refiere”.